Vosotros sabéis esa sensación que
tenéis cuando debéis hacer un regalo, prácticamente obligado
(porque si no no lo haríais), a cierta persona que no sabéis que
regalarle. Una tía de esas que sólo quiere ropa y si no es de marca
no le gusta. Que te dan ganas de decirle: A ti no te suena una cosa
que se llama libro? No es de tela por eso...
En fin, que llega el día y le digo:
- Aquí tienes tu regalo!
- Pero si fue el mes pasado...
- Ya...pero es que...lo he tenido en
la estantería, ahí pa verlo yo bien... pero la cosa era que no nos
veíamos tu y yo...y que si una cosa y otra y el regalo se
tele-transportó y hasta hoy que no ha aparecido el jodido.
Esta escusa nunca me sirve, la verdad.
Pero es que no miento! Las cosas tienen una fuerza paranormal, amigos
míos, que cuando llevan mucho tiempo en un sitio, se cansan y así
porque si se van a otro lugar. Entonces es como buscar a Wally
vestido de negro.
Y es que encima, esto no es todo, hay
otro detalle: depende del objeto que sea se lo curra mas o no a la
hora de moverse. Lo tengo más que comprobado. Sobretodo el día que
tenemos para des-can-sar que es el domingo! Hay tres tipos de
objetos: los que se cambian de sitio, los que se esconden y los que
desaparecen. Y cada domingo por la mañana, ahí están, las llaves
en el pasillo, el DNI escondido dentro de un zapato y las bragas
desaparecidas. Y mi deducción, hoy por hoy es que contra mas los
usas más se asustan y se alejan de ti.
Yo no sé, la verdad, por que normas
extrañas se regirán las cosas pero lo que está claro es que no te
iba a regalar unas bragas, así que te regalo un libro que seguro que
de tu casa no se mueve.
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